3ª Reunión Motera de Los Cabaleiros do Ferro
Salida hacia Los Pirineos: Tercer Viaje anual de Los Cabaleiros do Ferro
Dos días en Gredos
Cuatro instantes
de un fin de semana
entre amigos
Estamos en un lugar donde dialogan los espíritus ancestrales de los hombres que, al descubrir la condición humana inventaban dioses y creencias. Un espacio poético y perturbador donde el granito y el frescor del viento lo inundan todo donde las estrellas brillan en el firmamento, donde cantan los jilgueros y los milanos recorren el cielo donde florecen los piornos, donde se escucha el silencio... Gredos, como ya os dije, surge de la orogenia hercínica y es rejuvenecido en los movimientos alpinos, después serán el aire, el agua, el tiempo y el hielo quien definirán los picachos y las agujas y le den forma, color y textura a los suelos. Por aquí hay miles de plantas al amparo de los arroyos y riachuelos, también árboles frondosos y muchos Quercus, algunos rodales de pinos, piornos y cantuesos. Entre las escobas y las hierbas y también en el cielo se crían miles de animales e insectos diversos, endemismos no nos faltan y sabed que de las nieves perpetuas que cubren estos cerros el agua va a parar al río Duero. Los primeros hombres conocidos son los Vettones que guerreaban con los Carpetos, luego los romanos, la calzada, los visigodos del castro de la Ulaca y después los árabes y los beréberes con sus ovejas merinas, los cristianos en el medievo fueron creando los pueblos sobre las antiguas majadas a la orilla de los senderos y levantaron nuevas iglesias y crearon concejos que cuidaran la tierra que en rey cristiano tenia dueño. Con el paso del tiempo, este realengo se convirtió en señorío de los Alba que ayudaron a los de los Reyes Católicos pues eran primos, luego en su retorno de centro Europa por aquí pasó Carlos V, de España el Primero, yendo a su retiro al Monasterio de Yuste. Y luego después de la euforia de Felipe II y los Austrias menores, llegaron los Borbones y su refinamiento y el hombre de estos lares se convirtió en carretero, en agricultor y en trashumante ganadero y también en herrero, en carpintero, en cura o fraile o en gente sin dinero. Con los años llegaran nuevas ideas y razonamientos en los tiempos modernos, también desamortizaciones y otros entuertos, pasaremos el siglo XIX y sin América nos quedaremos para seguir siendo de Castilla la Vieja para luego ser Castilla León y después Europa y a partir de ahora “sabe Dios” lo que seremos. Y así le transcurre la vida a este bello Gredos hoy parque Natural después de haber sido un real cazadero con Alfonso el Decimotercero. Y después de mil batallas de Repúblicas, de Guerras Civiles, de dictaduras y democracias, volvemos a mirar los picos de esta nuestra querida Sierra de Gredos, que clavados en nuestras retinas nos los llevamos muy lejos.
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Jorge Vaquero
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Mayo 2006
Pingüinos 06
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El viajero hace días que ha comenzado el viaje, para él empezó cuando lo ideó, cuando lo pensó, cuando lo comentó, cuando lo soñó, y el día del viaje por fin ha llegado. La mañana ha comenzando demasiado lenta, quizás la noche ha sido muy larga, la intranquilidad del principiante no le ha permitido dormir tranquilo. El viajero se levanta soñoliento, con la urgencia que le invade por la aventura que le espera. El viajero se asea y comienza a disfrazarse de motorista, lo primero que se calza es una ropa interior que le protegerá del dios Eolo, encima otra capa con esos pantalones con rodilleras y con glebas como si fuera un “gladiador” que va ha salir a la arena. A partir de ahora el viajero pasa a ser un jinete que cabalgará en su montura camino de su libertad, de su eterna búsqueda de sensaciones, de su sueño, mil veces soñado, mil veces compartido. El viajero comienza a transformarse en un motero. El viajero, bueno, el “gladiador”, el jinete, el caballero, en fin, el motero, ha bajado a ver su montura, su eterna compañera, su preciado tesoro, su maquina ideal. El viajero, el motero, ha mirado los niveles, ha comprobado la eficacia de la tecnología, ha limpiado su cabalgadura y después ha alimentado su espíritu y ha repasado sin prisa todo el itinerario, todo el recorrido, de la salida al fin, del fin al principio. Sale el viajero de su casa, mas bien el que sale es el motero, y va al encuentro de sus iguales, comienza su búsqueda, empieza el viaje, comienza la aventura.
En el pinar, entre las fogatas encendidas, al lado del ensordecedor ruido, el viajero, el motero, encuentra su nirvana particular, cada uno de sus semejantes lo siente a su manera, en su interior se sienten reconfortados por el viaje, por haber alcanzado su destino y también por haber culminado parte de su sueño, hacer el camino. El viajero, el motero, se ha encaminado hacia el fin de su destino, una fuerza le lleva a su culminación, desconoce si existen los milagros, si existe una energía poderosa, un algo que le aproxime a una verdad que no busca pero desea, el viajero, el motero, desconoce si Dios existe, pero sabe una cosa que si su Dios llega lo hará montado en una moto. El viajero ha llegado sin hacer mucho ruido, y de la misma manera abandona la catedral de los moteros, el pinar en medio del páramo vallisoletano.